Los clásicos, se sabe, son partidos a parte, diferentes. Sin embargo, ambos lo jugaron como siempre, como mejor saben. Lanús buscó más pero pecó de falta de gol y Banfield aguantó bárbaro, apostó a la contra y a la pelota parada. El local fue mucho más que el Taladro pero se encontró con un Bologna inspirado que fue de lo mejor.
El clásico arrancó movidito, con dos llegadas por lado en menos de diez minutos. Pintaba para más pero después decayó. Se trabó en el medio, se cortó mucho y se pateo poco al arco por lo que los goles fueron la gran deuda y los roces los máximos protagonistas.
Cuando faltaban quince minutos para que termine el encuentro, Lanús se fue a la carga con todo. Sabía que merecía quedarse con los tres puntos por lo hecho hasta el momento. Cuando los dirigidos por Zubeldia, se fue expulsado por salir 1 minuto y medio tarde al segundo tiempo y no cumplir con la nueva reglamentación de la AFA, comenzaron a apretarse contra el arco de Bologna, el arquero de Banfield se hizo enorme y le atragantó el grito de gol tres veces seguidas a Silvio Romero en menos de 30 segundos.
Lanús, es cierto, se llevó mucho menos de lo que mereció pero se sabe que en el fútbol los goles no se merecen sino que se hacen. Por lo que el partido terminó 0-0 y el clásico del sur quedó sin dueño.
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